La repercusión del seroma depende de su impacto en la calidad de vida de la paciente, así como, de su asociación a complicaciones. Los seromas pueden ser subclínicos, es decir, pasar desapercibidos. Habitualmente estos seromas se descubren por el uso de una prueba de imagen por otro motivo. En estos casos no es necesaria ninguna intervención habitualmente se corrigen solos. Sin embargo, en ocasiones los seromas son patentes. En el caso de la cirugía de la diástasis es importante la alteración cosmética al causar abultamientos y asimetrías abdominales. Además, los seromas puedes ser responsables del dolor tras la cirugía. Un dolor mantenido en el tiempo que no mejora lo suficiente con el paspo de las semanas puede ser debido a un seroma subyacente que irrita la pared abdominal. Más grave sería la infección de un seroma. La composición del seroma lo hace altamente “nutritivo” para las bacterias que puede contaminar la cirugía. Un seroma infectado es una complicación grave que requiere tratamiento antibiótico y la apertura de la piel para evacuar el material purulento y para realizar curas diarias (ARTICULO). Esta situación también puede conducir a malos resultados ya que aumenta la tasa de fallo del cierre de la diástasis y empeora los resultados al producirse cicatrices más fibrosas. Por último, el seroma puede ocurrir en el seno de una cirugía con malla, quedando el líquido entre los músculos y la prótesis. Esto puede producir dolor por la tensión que ejerce, rechazo de la malla y fallo del cierre de la diástasis o las hernias reparadas. (ARTICULO).